El fabricante cobra a la tienda 32,34 euros por unidad, asegurándose un margen del 19% del precio final. En resumidas cuentas: cada vez que alguien compra una camiseta, al fabricante le quedan 17 euros, al vendedor en torno a 30 y al club en torno a cinco, con la salvedad de que los equipos, además, firman contratos millonarios con los fabricantes por vestirles.